Como deporte el surf es uno de los más apasionantes y una actividad de gran exigencia física y mental, pero no sólo eso, llevarlo a cabo resulta una metáfora de la vida misma y una forma especial de comprender nuestra relación con la naturaleza.
En su completa definición el surfing es una filosofía de vida que incluye el entrenamiento mental, emocional y espiritual, además de la práctica de diversos valores y herramientas psicológicas para nuestro desarrollo y crecimiento personal.
Por ejemplo, con toda la adrenalina que este deporte implica, cuando el cuerpo entra al agua es necesario relajarse y controlar la energía del aire en nuestros pulmones para colocarse en el lugar perfecto, sin dejarte vencer por el cansancio o la desesperación, sabiendo que algunas olas nos llevarán con su corriente hacia afuera.
Si analizamos, la vida funciona del mismo modo, cuando nos encontramos con el agua hasta el cuello o por encima de él, queremos rendirnos, nos sentimos cansados y no queremos luchar más, sin embargo, es precisamente la perseverancia y no desesperar en esos momentos en que ya no podemos más, confiar en nosotros mismos, en la vida, Dios, o como quieras llamarle y, muy probablemente eso sea lo que nos lleve a lograr nuestros objetivos con mayor seguridad.
Otro de los valores que se cultiva con la práctica de este deporte es la paciencia. Pasar el lugar donde rompen las olas requiere verdadero esfuerzo físico y mental, pero una vez que hemos pasa la rompiente, habrá que ser pacientes y esperar una ola perfecta para montarla y hacer la experiencia real del sur.
¿Por qué una filosofía de vida?
El surf es una experiencia única que te pone a prueba, te reta y te permite encontrar en ti habilidades que no sabías que estaban. Además de que trabajas miedos o bloqueos y, al enfrentarte a ellos, algo en lo profundo de interior se va transformando.
Surfear está lejos de ser sólo entretenimiento, subir a una tabla es dejar de sobre-pensar y olvidarse de todo por unos segundos para empezar atención al aquí y al ahora, porque de ello depende nuestra vida, de concentrarnos y mantener los cinco sentidos bien despiertos para dejarnos guiar un tanto por nuestra intuición, otro tanto por la sabiduría del cuerpo.
Cuando regresas a tierra, después de vivir momentos así de excitantes, resulta más sencillo dar menos importancia a cosas banales o miedos que están puestos en el futuro o pensamientos incisivos sobre el pasado, y reflexionar acerca de las cosas que realmente importan como la vida misma, la familia, la salud, la naturaleza.
Conexión con la naturaleza
Para nadar a través de las olas y luego sobre ellas, es necesario estar en buena condición física, pero también se necesita templanza para saberse seguro en la incertidumbre de un mar siempre desconocido, siempre conocido.
Teorías de la evolución del ser humano, como la Darwin, apuntan a que venimos literalmente del océano. Estemos de acuerdo o no, es indiscutible que estar dentro de un medio natural mantiene sanos a la mente y el cuerpo.
A mucho nos hace sentir parte total del ecosistema terrestre y marítimo, como estar en unión con la naturaleza que, en la actualidad nos hace mucha falta. Incluso está comprobado que los niños que tienen mayor contacto con la naturaleza crecen más sanos.
Trabajo y esfuerzo físico
Además de lo mencionado, el trabajo y esfuerzo físicos requeridos para surfear es impresionante. Esto lo convierte en una excelente manera de ejercitarte y mantenerte saludable. Con esta práctica desarrollas los músculos de todo el cuerpo, especialmente de brazos y piernas, trabajas la parte anaeróbica y cardiovascular para mejorar tu condición. Todo, sin dañar articulaciones ni desgastar cartílagos a gran velocidad, o afectar cualquier otra parte del cuerpo, porque no hay verdadero impacto, trabajar en el agua tiene increíbles ventajas.
Cualquier deporte es beneficioso para la salud, pero solo aquellos valientes y aventurados que han surfeado alguna vez, saben por qué esta disciplina no tiene comparación.